Fue en 2015 cuando Juliana Barbassa intentó explicar en The New York Times el boom del surf en Brasil, con especial énfasis en la aparición de Gabriel Medina, que en 2014, con solo 20 años, se convirtió en el primer sudamericano en ganar el título mundial.
Su éxito significó la inspiración para muchos otros riders que solían ver frenadas sus aspiraciones por ser deportistas profesionales debido a las escasas oportunidades de surgir.
En el periódico estadounidense, vinculan la llegada de la “Tormenta brasileña”, nombre que recibe el grupo de surfistas reconocidos del país, con la situación económica que vivían y el surgimiento de la clase media, que hizo crecer también a los surfistas.
Sin embargo, este motivo es uno más de la lista, considerando que el apogeo de este deporte se debió, entre otras cosas, a la cantidad de jóvenes que logró cautivar y la necesidad de torneos estaduales y nacionales para competir.
En el 2000 se instauró el campeonato Super Surf, certamen donde los mejores del país buscaban a un ganador. Aunque diez años después vivió una crisis, la victoria de Medina reactivó la competencia.
Después de 2014, consumado el éxito del joven Gabriel, se abrió una puerta gigante para todos sus compatriotas. Los auspiciadores pusieron sus ojos en las próximas generaciones y cada vez se hizo más habitual ver a sus representantes en campeonatos mundiales.
La difusión cada vez fue más grande. Muchos niños quisieron ser como Medina, comenzaron a ver sus triunfos por televisión o internet y así se popularizó cada vez más el surf.
Hoy los brasileños siguen en la cima, tanto en torneos tradicionales como en los de olas grandes. No es por nada que Italo Ferreira ganó la primera medalla de oro de esta disciplina en la historia de los Juegos Olímpicos.
Considerando su auge, la serie Make or Break de Apple TV dedicó un capítulo a la “Tormenta Brasileña”, haciendo énfasis en la competencia que tuvieron por el primer lugar del ranking mundial Medina y Ferreira el año pasado.
En Red Bull también intentaron explicar el fenómeno del país sudamericano, enfatizando una vez más en la importancia de la figura de Gabriel Medina para que los más pequeños se reflejaran en él.
La CBSurf, Confederación Brasileña de la disciplina, asocia a las federaciones de, al menos, 15 estados del país. Así, cada una tiene la independencia para organizar sus propios torneos en su territorio, convocando a los riders locales, pero luego los mejores de cada competencia estadual pasan a la Primera División de Brasil.
Para el 2022 están considerados 192 surfistas hombres y 48 mujeres en la categoría de honor, donde luchan en seis distintas etapas (con diferentes locaciones) por quedarse con el título anual y los premios en dinero, pues en cada fase se reparten cerca de 50 millones de pesos chilenos.
Paralelo a esa competición se disputa la “Taça Brasil 7A”, también dividida en seis ciclos y con premios de más de 17 millones de pesos chilenos en cada uno. Aquí está considerada la participación de 128 hombres y 32 mujeres.
Pero eso no es todo, porque buscando integrar distintas categorías, bajo el alero de la Confederación también hay otros campeonatos: aficionados, master, Big Wave, Longboad, SUP y surf adaptado.
Solo como ejemplo, la Federación estadual de Río de Janeiro tiene a cargo cinco torneos que entre todos ellos se reparten más de 34 millones de pesos chilenos, sin contar los juveniles, master y otras variantes. Además, supervisan otros seis certámenes locales organizados por las asociaciones que son parte de la Federación.
Además, se suman las citas internacionales en Brasil, pues la WSL programó para este año el octavo evento del Championship Tour, un QS 5.000, un QS 3.000, cinco QS 1.000 y un Challenger Series, todo en masculino y femenino.
Aunque en Chile existen algunas condiciones similares a las de Brasil, como una costa de más de 6 mil kilómetros, la gran cantidad de competencia es un aporte significativo en el crecimiento.
Si bien la aparición de Gabriel Medina fue clave en su país, también lo es su estructura y orgánica institucional, que permiten a muchos riders tener continuidad y mejor preparación para los aprontes internacionales.
En Brasil existe un ecosistema que apoya a los competidores para vivir del surf, con buenos ingresos en cada torneo para luego proyectarse en el plano internacional, sumando la aparición de auspiciadores.
Aunque la lógica de la “Tormenta Brasileña” es un caso excepcional, sirvió para implantar un sistema que hoy los tiene en la cima del surf mundial, cada vez con más exponentes entre los mejores del mundo.